La idea de este trabajo viene del empeño por entender una fobia.
Un día supe que no era a los perros a quienes tenía miedo, sino a ciertas emociones o sentimientos que yo depositaba sobre el objeto perro. Entonces me propuse intentar transmitir con imágenes todo aquello tan intenso y desconcertante, acercándome así, con la excusa de la fotografía, a algo que me aterrorizaba.
Dicen que los ojos son el espejo del alma, ¿De que alma?, ¿Del que es fotografiado?, ¿Del fotógrafo que mira?, ¿Del espectador que ve la foto?
Como resultado de este trabajo surge un curioso juego de miradas donde cada uno hace de espejo del otro, de nuevo, una reflexión sobre la dificultad de la objetividad.
Barcelona, año 1998