Amparo Garrido

Ventanas, papeles y el hombre del saco | Foto nº 1 | Edición de 3, 100 X 135 cms Ventanas, papeles y el hombre del saco | Foto nº 1 | Edición de 3, 100 X 135 cms
Ventanas, papeles y el hombre del saco | Foto nº 2 | Edición de 3, 100 X 135 cms Ventanas, papeles y el hombre del saco | Foto nº 2 | Edición de 3, 100 X 135 cms
Ventanas, papeles y el hombre del saco | Foto nº 3 | Edición de 3, 100 X 135 cms Ventanas, papeles y el hombre del saco | Foto nº 3 | Edición de 3, 100 X 135 cms
Ventanas, papeles y el hombre del saco | Foto nº 4 | Edición de 3, 100 X 135 cms Ventanas, papeles y el hombre del saco | Foto nº 4 | Edición de 3, 100 X 135 cms
Ventanas, papeles y el hombre del saco | Foto nº 5 | Edición de 3, 100 X 135 cms Ventanas, papeles y el hombre del saco | Foto nº 5 | Edición de 3, 100 X 135 cms
Ventanas, papeles y el hombre del saco | Foto nº 6 | Edición de 3, 100 X 135 cms Ventanas, papeles y el hombre del saco | Foto nº 6 | Edición de 3, 100 X 135 cms
Ventanas, papeles y el hombre del saco | Foto nº 7 | Edición de 3, 100 X 135 cms Ventanas, papeles y el hombre del saco | Foto nº 7 | Edición de 3, 100 X 135 cms
Ventanas, papeles y el hombre del saco | Foto nº 8 | Edición de 3, 100 X 135 cms Ventanas, papeles y el hombre del saco | Foto nº 8 | Edición de 3, 100 X 135 cms
Ventanas, papeles y el hombre del saco | Foto nº 9 | Edición de 3, 100 X 135 cms Ventanas, papeles y el hombre del saco | Foto nº 9 | Edición de 3, 100 X 135 cms
Ventanas, papeles y el hombre del saco | Pequeña 1 | Edición de 7, 40 x 54 cms Ventanas, papeles y el hombre del saco | Pequeña 1 | Edición de 7, 40 x 54 cms
Ventanas, papeles y el hombre del saco | Pequeña 2 | Edición de 7, 40 x 54 cms Ventanas, papeles y el hombre del saco | Pequeña 2 | Edición de 7, 40 x 54 cms
Ventanas, papeles y el hombre del saco | Pequeña 3 | Edición de 7, 40 x 54 cms Ventanas, papeles y el hombre del saco | Pequeña 3 | Edición de 7, 40 x 54 cms

Ventanas, papeles y el hombre del saco

Un día, hace muchos años, tuve una pesadilla:
El hombre del saco venía a por mi. Yo estaba en mi cama. Salté corriendo y me dirigí a la ventana porque sabía que mi madre estaba en el piso de enfrente.

Le llamé para que viniese en mi ayuda, pero ella, bellísima y ausente, ni me veía ni me oía.

El hombre del saco se acercaba cada vez mas, entonces tomé un puñado de aire para dar una grito brutal. Esta vez me oirá – pensé – Y justamente cuando fui a gritar, perdí la voz. “Dios mío, ahora el hombre me alcanzará…”

Sudando, y muy asustada, me desperté.

Madrid, año 2000