Un día, hace muchos años, tuve una pesadilla:
El hombre del saco venía a por mi. Yo estaba en mi cama. Salté corriendo y me dirigí a la ventana porque sabía que mi madre estaba en el piso de enfrente.
Le llamé para que viniese en mi ayuda, pero ella, bellísima y ausente, ni me veía ni me oía.
El hombre del saco se acercaba cada vez mas, entonces tomé un puñado de aire para dar una grito brutal. Esta vez me oirá – pensé – Y justamente cuando fui a gritar, perdí la voz. “Dios mío, ahora el hombre me alcanzará…”
Sudando, y muy asustada, me desperté.
Madrid, año 2000